La necesidad de incluir una perspectiva social en las políticas climáticas

Los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes, como ponen de manifiesto las frecuentes inundaciones, sequías, plagas y otros eventos meteorológicos extremos de los cuales nos enteramos a menudo. Aunque solemos asociarlos a países del sur global, lo cierto es que el cambio climático también afecta a los países industrializados, tal y como muestran Diffenbaugh y Burke en su artículo “Global warming has increased global economic inequality”.

Los fenómenos meteorológicos extremos no son nuevos, pero el cambio climático está aumentando su frecuencia e intensidad, lo que dificulta que las comunidades y personas afectadas puedan hacer frente a sus impactos. Según el estudio mencionado, las evidencias disponibles indican que el cambio climático intensifica las desigualdades dentro de los países y da pie a un círculo vicioso en el que las diferencias sociales ya existentes contribuyen a que los grupos desfavorecidos sufran desproporcionadamente sus efectos adversos , lo que resulta en una mayor inequidad. Este efecto agravante se materializa a través de

  • Un aumento de la exposición de los colectivos desfavorecidos a los efectos adversos del cambio climático.
  • Un aumento de su susceptibilidad al daño causado.
  • Una disminución de su capacidad para hacer frente y recuperarse del daño sufrido.
Una relación no tan evidente

Según las Naciones Unidas, este análisis puede aplicarse tanto a los impactos físicos y socioeconómicos del cambio climático sobre la pobreza, como a los efectos que este produce en el mercado en relación con los ingresos y el poder adquisitivo de los colectivos más vulnerables. El Grupo del Banco Mundial también ha identificado el cambio climático como una barrera para acabar con la pobreza extrema, considerándolo una amenaza directa para su mitigación. Sin embargo, aunque el impacto social puede hacerse evidente cuando hay un desastre natural, en otros casos puede ser más difícil establecer un vínculo claro entre el cambio climático y las desigualdades sociales.

En un primer momento, el debate público sobre los efectos del cambio climático se centró principalmente en los daños físicos. Con el tiempo, se empezó a hablar de las consecuencias sociales en un sentido amplio y cada vez se hace más evidente la necesidad de analizar más a fondo las desigualdades exacerbadas por sus efectos adversos. Sin embargo, aún hace falta dar forma a las narrativas que muestran cómo el cambio climático incrementa las desigualdades sociales, especialmente entre los colectivos más desfavorecidos. Por ello cobra especial importancia el fomento del debate público para explicar de forma clara la situación y vincular este desafío global con el surgimiento de nuevos niveles y categorías de desigualdades a nivel local.

El cambio climático es una prioridad global y en Europa se ha asumido como tal, tanto desde cada Estado miembro como en el seno de la propia Unión. Sin embargo, todavía queda trabajo por hacer para que la perspectiva de inclusión social se incorpore de forma efectiva en el diseño y ejecución de las políticas y las acciones relacionadas, en lugar de centrarse únicamente en los riesgos físicos, económicos y de mercado, que son los principales enfoques actuales.